Estamos en enero, año 2008, siglo XXI, las cosas no han cambiado mucho, venimos padeciendo un pequeño apocalipsis que nos viene azorando cada año desde tiempos inmemoriales, una enfermedad teñida de rojo que se repite cada año y que espera agazapada en espera del momento justo para atacar, esta enfermedad se manifiesta paulatinamente según van pasando los meses, las semanas. Los síntomas son claros y contundentes, empieza atacando directamente el sentido de la vista, de una manera sutil nos invaden imágenes y eslóganes sobre ropa, joyas, juguetes, películas con finales felices en mundos perfectamente felices, presentándonos a personajes falsamente rojos, gordos y recalcitrantes en un mundo no menos recalcitrante... Esta etapa de incubación se manifiesta sobre todo con hinchazón de ambos globos oculares y con un claro atisbo de ojos enrojecidos, consiguientes mareos, inquietudes y sobre todo insomnio.
En una segunda fase del desarrollo de la enfermedad, el virus ataca al sentido del tacto, nos lanzamos a la calle con oleadas de locura transitoria, intentando coger y agarrar todo aquello que nos quepa en las manos, comprando todo aquello que nuestra mente ha guardado en algún lugar recóndito, creando esa falsa felicidad que nos hace depositar más de lo que poseemos. En esta fase, la enfermedad se manifiesta con sudoraciones de manos y pies, indistintamente, ojos desorbitados, pelo ralo, con una consiguiente distorsión de la realidad y negación de la enfermedad, alrededor tuyo se concentra una masa de gente que padece lo mismo que tú y que, por lo tanto, presenta los mismos síntomas con unos claros ojos enrojecidos... Ya se sabe, "mal de muchos..."
En una tercera fase, el bicharraco invade el sentido del gusto y el olfato, se manifiesta en cenas copiosas en donde ingieres una gran cantidad de alimentos con el solo pensamiento que quizás mañana padezcamos una invasión zombi y que hoy hay que aprovechar ya que luego nunca se sabe... Venga, carpe diem. Aparecen los turrones, polvorones, peladillas, garapiñadas, chocolate, jamón de algún cerdo coñón, pata asada, miles de croquetas, ensaladillas de lo mas variopintas, platos exóticos que no volverás a comer en tu vida, cantidades ingentes de carne al horno, venas rellenas, patos rellenos, pollos rellenos y hasta lentejas rellenas, amén de los pescaditos fresquitos caros como el demonio por ser la epóca apocalíptica del año, y te pones tibio con un vino exquisito de buena cosecha que descorchas con cierta reticencia, un vermut, cervecitas para el frío y el calor, da igual, un baileys, chupitos, orujo que pica y escarda, el ron que no falte de caña, blanco y amarillo si se tercia, whisky con escoceces saltando en las botellas y qué más da si produce cierto ardor... Los síntomas de esta fase claramente desarrollada son naúseas, vómitos, jaquecas, dolor de barriga, diarreas, así como ciertas deformaciones del tejido adiposo traducido en chichas y papadas colgantes con el consiguiente malestar moral que hace que nos trazemos un plan de futuro de dietas soviéticas que nunca emprenderemos, así como abstinencias totales que hacen que nos engañemos mejor...
Y ya como fase final de la enfermedad, el virus ataca directamente sobre el sentido del oído, en donde empezamos a escuchar voces interiores que no cesan de repetirte lo mal que vas a estar en poco tiempo, sin un euro, con un montón de cachivaches que no podrás llevarte a la otra vida, endeudado hasta las cejas, engañado vilmente por las empresas de marketing y merchandising, arrastrando una pena como el fantasma la bola, ojos desorbitados, cansancio, ojeras...
Los médicos no dan abasto con la mayor parte de la población mundial infectada por el virus, incluidos ellos mismos... La enfermedad ha sido clasificada con el nombre de NAVIDAD.
Se recomienda taparse los oídos fuertemente, cerrar los ojos y apretar los labios, y como decía el profeta "Alejate, alejate primo".
Con mis mejores deseos "Feliz enfermedad del 2008", quizás esta vez salgamos ilesos...
Mil besos.
esqueleto.
jueves, 3 de enero de 2008
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